La clasificación nunca ha estado más en peligro
En medio de tormentosos tiempos la nave santiaguera enfiló hacia Matanzas con grietas en su casco y real peligro de zozobrar, antes de completar la travesía que la lleve al puerto de la clasificación.
Par de barridas consecutivas a manos de Cienfuegos y Sancti Spíritus han colocado al navío en una precaria situación que compromete el objetivo de pasar a la postemporada y todavía no pueden regresar a casa para carenar; sino que, por el contrario, tendrán que encarar dos retos en mar abierto: primero conjurar la contracorriente yumurina y luego vencer las arremolinadas aguas azules capitalinas.
Esto último se me antoja es algo así como lidiar con Escila y Caribdis, los monstruos marinos de la mitología griega, porque Industriales saldrá con todo para conjurar el asedio de Pinar del Río que le pisa los talones a sólo un juego del cuarto peldaño, ocupado por la tropa de Germán Mesa.
En publicación anterior les anticipaba los riesgos que se avecinaban para el equipo santiaguero en el segmento decisivo de la etapa clasificatoria y, hoy por hoy, la situación no ha hecho sino agudizarse.
Por lo pronto han descendido hasta la quinta casilla de la Zona Oriental, medio juego por detrás de Las Tunas, a dos de Ciego de Ávila y a nueve de Guantánamo y Villa Clara que comparten el liderazgo de la división.
Los tintes serían menos dramáticos si la producción ofensiva compensara la evidente debilidad de su pitcheo, pero en las últimas presentaciones los artilleros han sido del todo improductivos y con la pólvora mojada- como parece ser el caso- son incapaces de contrarrestar el demoledor efecto de las armas enemigas.
No tiene en estos momentos Santiago de Cuba siquiera un serpentinero que signifique una verdadera carta de triunfo para acaudillar el staff porque Vera, luego de su tardía incorporación ha tenido que salir de nuevo de la rotación y poco ha podido aliviar las carencias del conjunto en este campo. Cintra, que fue el líder durante gran parte del campeonato no ha podido hacerse justicia en sus últimas salidas, Bicet no es más que una pálida imagen de su historial; Danny Betancourt, otro tanto y la esperanza depositada en el posible retorno de Yaumier quedó muy maltrecha, luego de su efímera y deficiente apertura ante Sancti Spíritus.
Es cierto que en oportunidades algunas de las figuras jóvenes en el equipo han salido a dar la cara y no lo han hecho del todo mal, por citar un ejemplo, las últimas demostraciones de Carlos Manuel Portuondo; pero la falta de respaldo en el ataque por parte de sus compañeros han hecho imposible la coronación de la victoria, porque lo han obligado a trabajar sobre márgenes muy estrechos.
Con este panorama se comprenderá con claridad meridiana que la conquista del boleto es una meta que se vislumbra harto difícil; pero, desde luego, no es un imposible.
De todas formas si se produjera la reacción que ansiamos y el conjunto entra al selecto grupo de los ocho mejores del país, no parece alentador el horizonte para la crucial batalla de los play-off. Aunque se diga y se repita – y no es matraca mía- que entonces todo es borrón y cuenta nueva; se me antoja recordar que las matemáticas siguen siendo herramienta fiable y que los números actuales ponen al desnudo descarnadamente la pujante fuerza de otras candidaturas.
Alcanzar el último cupo, como parece ser la posibilidad más cercana, llevaría a los rojinegros a lidiar bien con Guantánamo o Villa Clara, equipos que en exhiben un rendimiento netamente superior al de las Avispas.
No es mi ánimo, obviamente, transmitir un mensaje pesimista; por el contrario simplemente trato de ser lo más objetivo posible.
Más allá de la fe ciega y sin fundamentos reales, hay un pre-requisito para que los sueños puedan convertirse en realidad: el imperativo ascenso de la ofensiva y la revitalización del pitcheo, condiciones sine qua nom para albergar la coherente aspiración de pretender el título.
Con todo lo anterior por delante, son tiempos en que salen a la luz las reservas volitivas y esa gran heredad combativa que los compromete e impulsa; luego las banderas no serán arriadas y con toda seguridad seremos testigos del arrojo y el esfuerzo supremo que harán los atletas, apegados a la distinción que significa defender el pabellón de Santiago de Cuba.
Par de barridas consecutivas a manos de Cienfuegos y Sancti Spíritus han colocado al navío en una precaria situación que compromete el objetivo de pasar a la postemporada y todavía no pueden regresar a casa para carenar; sino que, por el contrario, tendrán que encarar dos retos en mar abierto: primero conjurar la contracorriente yumurina y luego vencer las arremolinadas aguas azules capitalinas.
Esto último se me antoja es algo así como lidiar con Escila y Caribdis, los monstruos marinos de la mitología griega, porque Industriales saldrá con todo para conjurar el asedio de Pinar del Río que le pisa los talones a sólo un juego del cuarto peldaño, ocupado por la tropa de Germán Mesa.
En publicación anterior les anticipaba los riesgos que se avecinaban para el equipo santiaguero en el segmento decisivo de la etapa clasificatoria y, hoy por hoy, la situación no ha hecho sino agudizarse.
Por lo pronto han descendido hasta la quinta casilla de la Zona Oriental, medio juego por detrás de Las Tunas, a dos de Ciego de Ávila y a nueve de Guantánamo y Villa Clara que comparten el liderazgo de la división.
Los tintes serían menos dramáticos si la producción ofensiva compensara la evidente debilidad de su pitcheo, pero en las últimas presentaciones los artilleros han sido del todo improductivos y con la pólvora mojada- como parece ser el caso- son incapaces de contrarrestar el demoledor efecto de las armas enemigas.
No tiene en estos momentos Santiago de Cuba siquiera un serpentinero que signifique una verdadera carta de triunfo para acaudillar el staff porque Vera, luego de su tardía incorporación ha tenido que salir de nuevo de la rotación y poco ha podido aliviar las carencias del conjunto en este campo. Cintra, que fue el líder durante gran parte del campeonato no ha podido hacerse justicia en sus últimas salidas, Bicet no es más que una pálida imagen de su historial; Danny Betancourt, otro tanto y la esperanza depositada en el posible retorno de Yaumier quedó muy maltrecha, luego de su efímera y deficiente apertura ante Sancti Spíritus.
Es cierto que en oportunidades algunas de las figuras jóvenes en el equipo han salido a dar la cara y no lo han hecho del todo mal, por citar un ejemplo, las últimas demostraciones de Carlos Manuel Portuondo; pero la falta de respaldo en el ataque por parte de sus compañeros han hecho imposible la coronación de la victoria, porque lo han obligado a trabajar sobre márgenes muy estrechos.
Con este panorama se comprenderá con claridad meridiana que la conquista del boleto es una meta que se vislumbra harto difícil; pero, desde luego, no es un imposible.
De todas formas si se produjera la reacción que ansiamos y el conjunto entra al selecto grupo de los ocho mejores del país, no parece alentador el horizonte para la crucial batalla de los play-off. Aunque se diga y se repita – y no es matraca mía- que entonces todo es borrón y cuenta nueva; se me antoja recordar que las matemáticas siguen siendo herramienta fiable y que los números actuales ponen al desnudo descarnadamente la pujante fuerza de otras candidaturas.
Alcanzar el último cupo, como parece ser la posibilidad más cercana, llevaría a los rojinegros a lidiar bien con Guantánamo o Villa Clara, equipos que en exhiben un rendimiento netamente superior al de las Avispas.
No es mi ánimo, obviamente, transmitir un mensaje pesimista; por el contrario simplemente trato de ser lo más objetivo posible.
Más allá de la fe ciega y sin fundamentos reales, hay un pre-requisito para que los sueños puedan convertirse en realidad: el imperativo ascenso de la ofensiva y la revitalización del pitcheo, condiciones sine qua nom para albergar la coherente aspiración de pretender el título.
Con todo lo anterior por delante, son tiempos en que salen a la luz las reservas volitivas y esa gran heredad combativa que los compromete e impulsa; luego las banderas no serán arriadas y con toda seguridad seremos testigos del arrojo y el esfuerzo supremo que harán los atletas, apegados a la distinción que significa defender el pabellón de Santiago de Cuba.
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