Por MARINO MARTINEZ PERAZA
mmartinez@elnuevoherald.com
En pleno Siglo XXI, el béisbol es uno de los pocos deportes que no tiene un verdadero campeonato del mundo a nivel profesional. Uno de los sueños para los buenos amantes del béisbol siempre ha sido que exista en este deporte un legítimo Campeonato Mundial, al estilo de la Copa Mundial de Fútbol que se celebra cada cuatro años. Lo más cerca ha sido el Clásico Mundial que se inició en el 2006 y se repitió en el 2009.
Este Clásico necesita consolidarse para convertirlo con el decursar del tiempo en un evento al estilo de la Copa Mundial de Fútbol.
Es difícil, pero no imposible. Y aquellos que no lo crean, sólo deben remontarse a la propia Copa Mundial de Fútbol que tuvo serios problemas cuando se inició en 1930, en Uruguay. Pero sus organizadores y los que le siguieron a ellos, trabajaron con perseverancia y unieron esfuerzos a nivel internacional en busca de resolver las dificultades que confrontaba para consolidar el evento.
Esa actitud a favor del deporte para el que se trabaja es lo que necesita el béisbol para consolidar el Clásico Mundial. Pero por desgracia, es lo que falta.
Dicen que Bud Selig está trabajando muy fuerte en otro proyecto: enfrentar al equipo campeón del torneo profesional de Japón frente al titular de la pelota de Grandes Ligas en Estados Unidos. Y a eso le llamarían una verdadera Serie Mundial y al ganador el Rey Mundial al enfrentar cara a cara a las dos naciones con los mejores torneos profesionales.
Una serie entre los campeones de Japón y Estados Unidos sería muy bueno sin importar si se celebra en el Tokio Dome o en el Yankee Stadium. Dicen que esto pudiera ocurrir en el 2013, el año que le corresponde jugarse el tercer Clásico Mundial.
No estamos en contra de ello, al contrario, lo apoyamos como lo haríamos si Cuba tomara el mismo ejemplo y comenzara a foguear a sus peloteros de manera continúa ante los mejores jugadores del mundo y regresaran al campo profesional en busca del verdadero desarrollo beisbolero en una isla donde se respira pelota y sus estrellas lo son por naturaleza propia, no por tener recursos técnicos y económicos.
Pero en lo que no coincidimos con Selig es en el nombre que le desea poner a una serie entre Japón y Estados Unidos: Serie Mundial.
¿Serie Mundial? Movería a risa a cualquier geógrafo. También a cualquier persona que conozca la historia del béisbol. ¿Cómo llamarle una verdadera Serie o Campeonato Mundial a un enfrentamiento entre solo dos naciones?
¿Qué son los dos países con el mejor y más organizado campeonato profesional? De acuerdo, pero eso no significa que se debe menospreciar la calidad de la pelota de República Dominicana con peloteros de la talla de Albert Pujols, Alex Rodríguez, Placido Polanco, Manny Ramírez, José Reyes, Hanley Ramírez, Robinson Canó y Adrián Beltre. Tampoco que no se respete el nivel de la pelota venezolana con figuras como Miguel Cabrera, Bobby Abreu, Johan Santana, Magglio Ordôñez, Martín Prado y Félix Hernández. Ni que se eche a un lado a estrellas de Puerto Rico como Yadiel Molina, Iván Rodríguez, Javier Vázquez, Carlos Beltrán, Jonathan Sánchez y Angel Pagán. Ni que se deba olvidar a Cuba que sin tener pelota profesional organizada y sin poseer recursos técnicos y económicos, todavía es capaz de producir luminarias con todo el potencial para triunfar en Grandes Ligas. Ni tampoco dejar de respetar a países como México, Panamá, Colombia, Corea del Sur, Holanda, Canadá y hasta la propia Nicaragua, naciones donde se juega un buen béisbol.
Este Clásico necesita consolidarse para convertirlo con el decursar del tiempo en un evento al estilo de la Copa Mundial de Fútbol.
Es difícil, pero no imposible. Y aquellos que no lo crean, sólo deben remontarse a la propia Copa Mundial de Fútbol que tuvo serios problemas cuando se inició en 1930, en Uruguay. Pero sus organizadores y los que le siguieron a ellos, trabajaron con perseverancia y unieron esfuerzos a nivel internacional en busca de resolver las dificultades que confrontaba para consolidar el evento.
Esa actitud a favor del deporte para el que se trabaja es lo que necesita el béisbol para consolidar el Clásico Mundial. Pero por desgracia, es lo que falta.
Dicen que Bud Selig está trabajando muy fuerte en otro proyecto: enfrentar al equipo campeón del torneo profesional de Japón frente al titular de la pelota de Grandes Ligas en Estados Unidos. Y a eso le llamarían una verdadera Serie Mundial y al ganador el Rey Mundial al enfrentar cara a cara a las dos naciones con los mejores torneos profesionales.
Una serie entre los campeones de Japón y Estados Unidos sería muy bueno sin importar si se celebra en el Tokio Dome o en el Yankee Stadium. Dicen que esto pudiera ocurrir en el 2013, el año que le corresponde jugarse el tercer Clásico Mundial.
No estamos en contra de ello, al contrario, lo apoyamos como lo haríamos si Cuba tomara el mismo ejemplo y comenzara a foguear a sus peloteros de manera continúa ante los mejores jugadores del mundo y regresaran al campo profesional en busca del verdadero desarrollo beisbolero en una isla donde se respira pelota y sus estrellas lo son por naturaleza propia, no por tener recursos técnicos y económicos.
Pero en lo que no coincidimos con Selig es en el nombre que le desea poner a una serie entre Japón y Estados Unidos: Serie Mundial.
¿Serie Mundial? Movería a risa a cualquier geógrafo. También a cualquier persona que conozca la historia del béisbol. ¿Cómo llamarle una verdadera Serie o Campeonato Mundial a un enfrentamiento entre solo dos naciones?
¿Qué son los dos países con el mejor y más organizado campeonato profesional? De acuerdo, pero eso no significa que se debe menospreciar la calidad de la pelota de República Dominicana con peloteros de la talla de Albert Pujols, Alex Rodríguez, Placido Polanco, Manny Ramírez, José Reyes, Hanley Ramírez, Robinson Canó y Adrián Beltre. Tampoco que no se respete el nivel de la pelota venezolana con figuras como Miguel Cabrera, Bobby Abreu, Johan Santana, Magglio Ordôñez, Martín Prado y Félix Hernández. Ni que se eche a un lado a estrellas de Puerto Rico como Yadiel Molina, Iván Rodríguez, Javier Vázquez, Carlos Beltrán, Jonathan Sánchez y Angel Pagán. Ni que se deba olvidar a Cuba que sin tener pelota profesional organizada y sin poseer recursos técnicos y económicos, todavía es capaz de producir luminarias con todo el potencial para triunfar en Grandes Ligas. Ni tampoco dejar de respetar a países como México, Panamá, Colombia, Corea del Sur, Holanda, Canadá y hasta la propia Nicaragua, naciones donde se juega un buen béisbol.
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