Por Gualveris Rosales Sánchez/ Radio Cadena Agramonte
Entre aquellos memorables peloteros camagüeyanos y avileños que brillaron en las series nacionales de béisbol en los años 60 y 70 del pasados siglo, se inscribe el nombre de Oscar Romero, inteligente y audaz lanzador de los equipos Granjeros y Camagüeyanos, que vistió en no pocas ocasiones el uniforme de la selección nacional de Cuba.
Copas Mundiales, Juegos Panamericanos, Universiadas, Series del Caribe y topes con profesionales de México engrosan el palmarés de este hombre, reconocido por sus coterráneos gracias a sus dotes como atleta y como ser humano.
Ejemplo de consagración al deporte, disciplina y decencia fuera y dentro del terreno, Oscarito –como cariñosamente lo recuerdan los aficionados- es hoy formador de nuevas generaciones de lanzadores, sin embargo, sus inicios en este apasionante deporte se remontan a 1963 cuando participa en los Primeros Juegos Deportivos Escolares.
En reciente entrevista, Oscar Romero confiesa cómo su amor por el béisbol comenzó cuando era un niño, en los tiempos en que estudiaba en el antiguo Colegio Pinson, del reparto la Zambrana.
Un día se presentó en los terrenos de Mola, donde hoy se encuentra la Sala Polivalente Ramón Font, y jugó tan bien que a partir de ese momento comenzó a entrenar oficialmente allí, y a competir en campeonatos inter-secundarias a nivel municipal y provincial.
En el año 64, Oscarito pasa a los juveniles y representa a la provincia grande en el Campeonato Nacional en esa categoría. Por primera vez viste con orgullo los colores patrios.
Entre mayores se estrena un año más tarde jugando para el equipo de Garajes y Talleres, en la segunda categoría; en tanto debuta en la primera con el equipo de Granjeros en una serie regional que se jugaba en Oriente.
La novena la dirigía el avileño Orlando Marín –recuerda. Entonces ingreso en Granjeros, a raíz de una lesión del destacado pitcher agramontino, Florentino Alfonso, añade.
Su primera gran prueba de fuego fue en el "Guillermón Moncada", de Santiago de Cuba, frente a un Oriente que contaba con Mancebo, Hechavarría, Telémaco, Kindelán y un grupo de destacados peloteros de aquella época. El final de aquel partido le regaló una sonrisa al novato camagüeyano, quien completó el out 27 con un marcador de 5 a 3 a favor de los visitadores.
La carrera deportiva de Oscar Romero se extendería hasta 1982 y en ella se destaca su militancia en el famoso equipo Camagüeyanos, campeones de la Tercera Serie Selectiva en 1977; y en el equipo Cuba, con el cual ganó 15 juegos y perdió solamente uno.
Admiró mucho a Manuel Alarcón, a José Antonio Huelga. Fue compañero de equipo del gran Miguel Cuevas y de Felipe Sarduy.
Le lanzó incontables veces con éxitos y con fracasos a Agustín Marquetti, a Pedro Chávez, a Urbano González, y más adelante a Muñoz y a Cheito; en cambio, recuerda cuán difícil le resultaba pitcharle a Ñico Jiménez, el primer bate del equipo Industriales.
Oscar Romero, sin dudas, es una de las glorias deportivas de Camaguey y de Cuba, país que encuentra en el béisbol el más entretenido y masivo espectáculo público que llena estadios y origina las más acaloradas discusiones de esquina.
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