Por Juan A. Martínez de Osaba y Goenaga
En el estadio del Cerro, hoy Latinoamericano, muchas veces oí en boca de miles este estribillo: "Cuando Miñoso batea de verdad, la bola baila el cha-cha-chá."
Mi tío Ramón (Mon) Goenaga me contó, que más de seis décadas atrás, cuando nadie sabía quién era nuestro hombre, lo veía cortando marabú descalzo para el central España, hoy España Republicana. Miñoso nació el 29 de noviembre de 1922 en el pueblo de Perico, provincia de Matanzas, en el seno de una familia humildísima, a la que se unía su color negro como el azabache; dos condiciones bien feas entonces.
Saturnino Orestes Arrieta Miñoso Armas es el nombre oficial del pelotero que llenó una época y que, quizás por ser tan largo, lo apodaron "Minnie", más asequible y cariñoso.
Como todo muchacho en tierra matancera, fértil para el béisbol, Orestes soñó que un día sería estelar, y lo logró. Más bien pudiéramos decir que sobrecumplió con creces la añoranza, porque pocos cubanos llevaron tan alto el deporte de las bolas y los strikes como él, quizás ninguno haya sido más popular y, sin dudarlo, fue el más longevo en el terreno.
Sus primeros pasos los dio en su provincia, donde se jugaba una de las pelotas más fuertes. Estuvo de equipo en equipo, hasta que la pupila avizora de un buen scout le tiró el ojo y lo contrató. Ya había comenzado en la temporada 1942-1943 en el club Ambrosía de la Liga Semiprofesional. En 1946 pasó a un equipo más poderoso, el Cuban Mining de Santiago de Cuba, también semipro.
En la pelota rentada se inició como tercera base, donde jugaba con la destreza de un felino y las garras de un águila, pero fue en los jardines donde dejó una huella imborrable, bateando casi siempre para el right field, su mano contraria, algo así como lo hizo Lázaro Vargas, salvando las distancias. Fue bateador natural de esa banda, por allí disparó sus mejores batazos.
Su estilo sui géneris para acudir al cajón de bateo le prodigó no pocos dolores. Parecía buscar los pelotazos para llegar a primera. Lo recuerdo enroscado sobre home, caminándole para arriba a la bola, sin miedo alguno. No por gusto estableció el récord del dolor, al recibir 189 dead balls en su larga carrera en Las Mayores. La marca duró hasta 1984, cuando Don Baylor, de Los Yankees lo superó. Fue líder durante 6 temporadas consecutivas en pelotazos recibidos. En total fueron muchos más.
Después de pasar por varios equipos de las Ligas Menores, en 1949 debutó con los Indios del Cleveland en el gran show, para convertirse en el cubano número 45 por aquellas lides. Esa misma temporada regresó con el San Diego a las Menores. Al parecer no hubo buenos cazatalentos con Los Indios, que se deshicieron de uno de los estelares de verdad en cualquier época. Terminó la temporada bateando para 297, con 22 jonrones.
En 1951 volvió, para quedarse, con los Medias Blancas de Chicago, equipo donde escribió las mejores páginas de su rica trayectoria deportiva. Tanto se destacó, que fue designado Novato del Año de la Liga Americana, por el Sporting News. Casualmente, la temporada donde Willie Mays resultó Novato del Año en la Nacional. La historia demostró que los dos serían legendarios. No olvidemos que en esa época Mays firmó con el Almendares, aunque no llegó a jugar porque se lesionó un tobillo y Los Gigantes le retiraron el permiso.
Willie Mays
Fuerte como un roble en sus 5 pies, 11 pulgadas y alrededor de 180 libras, jugó fortísimo a la pelota. Dejó su sangre en el terreno, no solo el sudor, que le brotaba como un manantial. Quien lo viera, notaba su franela sucia de estar regado por el suelo con los spikes por delante, buscando bases extras.
Ello le provocó que el 11 de mayo de 1962, con cuarenta años de edad, sufriera una seria lesión con fractura del cráneo y la muñeca de su mano derecha, la de tirar, buscando con todas sus fuerzas un batazo contra las cercas, jugando para Los Cardenales de San Luis. Regresó al terreno el 19 de julio, pero solo hizo esporádicas apariciones; no estaba recuperado.
Bien llamado "El Cometa", logró durante 17 temporadas en Las Mayores, un promedio altísimo para aquellas lides de 298, con 336 dobletes, 83 triples, 186 jonrones, 1023 carreras impulsadas y 205 bases robadas. Desfiló por diferentes equipos: Los Indios de Cleveland, Cardenales de San Luis, Senadores de Washington y Medias Blancas de Chicago, donde estuvo en tres oportunidades diferentes y allí se inmortalizó. Esto de los cambios de equipos en Las mayores es más frecuente, que tomarse un granizado en una esquina.
"Minnie" Miñoso es, quizás, el pelotero más longevo de la historia. Con muchos años encima estuvo en el terreno, ora como manager, ora como jugador de la Liga Mexicana, donde dejó una impronta pocas veces vista. Allí se le recuerda en su Salón de la Fama. Todos sabemos lo difícil que es jugar durante tantos años a la pelota. El cansancio, más la edad van haciendo mella en el organismo, sobre todo si se trata de un jugador con las características de Miñoso, que nunca midió posibles consecuencias en su entrega al terreno.
Baste decir que en octubre de 1980 "Minnie" se convirtió en el segundo hombre, junto al zurdo Nick Altrock, que jugó en cinco décadas consecutivas (1940-50-60-70-80). Claro, con 50 años de edad no puede usted esperarlo en todos los juegos, pero igualó el récord. Después quiso romperlo en 1992 con Los Medias Blancas, pero el Comisionado de Las mayores se lo impidió, lo que lo hizo muy infeliz. Meses después, el Comisionado de la Liga Americana lo autorizó. El manager no lo llevó al line up, se hubiera convertido en el primero y único con seis décadas en Las Mayores.
De todas formas, sí jugó el 30 de julio de 1993 con Los Santos de San Paul, en Las Menores, con lo que cumplió su sueño. ¡Estuvo seis décadas como jugador activo! Busque usted todo lo que quiera y solo encontrará al lanzador Hub Kittle, que participó desde 1930 hasta 1980, cuando lanzó un juego con 63 años de edad. Miñoso lo superó en la edad, porque salió aquel día al terreno con 71. El "Cometa" es un hombre destinado al terreno. Dicen que todavía trabaja para el Chicago en relaciones públicas, firmando autógrafos y esas cosas.
Jugando siempre para el Marianao de la Pelota profesional Cubana, Orestes "Minnie" Miñoso dejó la mejor de las huellas. Fue, nadie lo dude, desde fines de la década del cuarenta del siglo XX, hasta el último día de 1961, donde se sepultó definitivamente la pelota rentada, el mejor y más popular pelote ro de aquella fuerte Liga. Cosas de la Pelota: un verdugo contra el genial Camilo Pascual y corderito ante los envíos de Orlando Peña, inferior a Camilo.
Aquel periquense humilde y negro, que rodaba su Cadillac descapotado por las calles de La Habana, tuvo ante sí la gran encrucijada: o dejaba de jugar pelota y ganar mucho dinero para quedarse con su pueblo en Revolución, o seguía su ascendente carrera en Las Mayores, lleno de riquezas materiales y alguna que otra compensación espiritual. No debe haberle sido fácil, porque siempre volvió a los torneos invernales criollos. Decidió por lo segundo. No debemos olvidar que de quedarse en Cuba, no jugaría más pelota, porque los profesionales no podían ni pisar la grama del estadio amateur.
¿Hizo bien o mal? Qué fácil es juzgar a través del tiempo. Miñoso fue un triunfador de verdad, de los que tocaron la gloria con las manos e hicieron fortuna. Educado en aquella sociedad, ¿pudiera pedírsele otra cosa? La respuesta la dejo a moderados, liberales y radicales. En su lugar, no sé qué yo hubiera hecho y estoy convencido que usted, mi amigo, tampoco.
Nunca más supe de él, solo de oídas y lecturas. Cuando comenzaron las Series Nacionales lo extrañé de verdad, como todos, pero esa no era su pelota, pertenecía al mundo de los rentados, de los que venden su alma deportiva al mejor postor. Dicen que con más de ochenta años en las costillas todavía luce robusto y se ha entregado a campañas contra la diabetes y otras enfermedades. Si es así, de algo le sirvió la pelota, porque formó un hombre noble. Decir otra cosa sería injusto.
Leí que un día le pidieron una comparación entre su pelota y la actual y, ni corto ni perezoso respondió: "Se poncha uno con tres strikes y se recibe la base con cuatro bolas malas. El béisbol es el béisbol y el que era bueno antes, lo sería ahora y viceversa."
Por todo esto, es que no se me aparta de la mente aquella frase popular que lo inmortalizó: "Cuando Miñoso batea de verdad, la bola baila el chá-chá-chá."
1 comentarios:
yo nunca lo vi jugar, pero por lo que he leido y me han contado fue un jugador genial, estupendo...es una gran injusticia que no este en el salon de la fama del beisbol de grandes ligas, peloteros con menos trayectoria y calidad estan ahi...fue un grande y sigue siendolo y lo sera para siempre...cuando cuba sea libre y tenga un salon de la fama, el debera estar ahi sin falta.
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