EL GRAN TONY OLIVA: La asombrosa história de un bateador de chapas ...

Por Juan A. Martínez de Osaba y Goenaga

Nacíó el 20 de julio de 1938 en el Crucero de Corralito, término de Consolación del Sur, y todavía no se explica cómo pudieron salir peloteros tan grandes de allí, donde ni siquiera hay llanos para jugar a la pelota. Con rústicos y pesados bates de guásimas, y palos de escobas, bateaba las chapas o las bolas que le tiraban Reynaldo y Juan Carlos. Vive agradecido de la vista que adquirió.

Su niñez fue dura, de trabajo rudo en el campo para ayudar al padre en una finquita arrendada donde producían para alimentarse. Eso sí, cada vez que tenía una oportunidad, se iba a jugar pelota, era una obsesión. Competía en equipos no oficiales de ninguna liga amateur, pero fue tomando confianza, hasta que un día alguien comentó ante Roberto Fernández Tápanes que en Corralito había un muchacho que le daba muy duro a la bola.

Aunque jugaba de forma rudimentaria y no era bueno a la defensa, el scout vio condiciones excepcionales en él que había que pulir. El contrato no se hizo esperar. Así, en 1960, firmó para jugar como profesional. Ni siquiera pensaba que llegaría a ser uno de los más temidos bateadores de las Grandes Ligas en cualquier época. Por eso, con una sencillez que lo desborda, aún vive asombrado con su evolución en la pelota grande
En 1961 partió hacia los Estados Unidos para jugar con la organización de los Mellizos de Minessota, equipo del que fue y es un jugador fetiche. Cuando Tony jugó por primera vez en un estadio con luces, quizás pensó en regresar, porque las bolas no las veía, los flies le caían a veinte metros de distancia y se encandilaba la vista. Pero su poderoso bate le abrió todas las sendas. En sus primeras temporadas en las ligas menores conectó sobre los 400 y todos fueron hacia él.

Debutó con los Mellizos en 1964 y logró la hazaña no reeditada por otro jugador, de obtener la corona de bateo con 323 de average. Repitió el liderazgo en 1965 con 321 y en 1971 volvió a coronarse con 337. Estuvo jugando desde 1964 hasta 1976. Consistente bateador a la zurda que tiraba a la derecha, actuó como Designado en las últimas cuatro temporadas, por ser víctima de las lesiones y aprovechar su bateo. En 1964, cuando resultó el Novato del Año, también lideró la Liga Americana en hits con 217, en dobles con 43, en extrabases con 84 y en total de bases con 374. Además, anotó 109 veces e impulsó 133l hombre que hoy les presento, en apretada síntesis, lleva consigo el siguiente palmarés:

Seleccionado ocho veces para el Juego de las Estrellas, dejando atrás el récord de Joe DiMaggio (6), en la Liga Americana.
Tres títulos de bateo (1964-1965-1971).
Ocho veces entre los diez mejores bateadores, desde 1964 hasta 1971.
Cinco lideratos en hits (1964-1965-1966-1969-1970).
Cuatro lideratos en dobles (1964-1965-1967-1970).
Líder en flies de sacrificios (1965).
Líder en bases intencionales (1968).
Líder en slluging (1971).
Guante de oro en 1966.
Único jugador que obtiene dos lideratos de bateo en sus dos primeras temporadas (1964-1965).
Primer Bateador Designado que conectó un cuadrangular (16 de abril de 1973, contra Los Oaklands).
Primer cubano en obtener el título de bateo (1964).
En 1981, Lawrence Ritter y Donald Honig lo incluyeron en su libro The 100 Greatest Baseball Players of All Time. De esa forma le rindieron homenaje junto a Ted Williams, Babe Ruth, Lou Gerigh, Willie Mays, Hank Aaron y tantos otros. Pero aún no se hace justicia incluyéndolo en el Salón de la Fama.

Este hombre, enamorado de la pelota, de su familia y de Cuba, ha puesto muy en alto nuestro nombre. Es figura cimera de las bolas y los strikes, pero continúa tan sencillo como el primer día, cuando tiraba pelotas y bateaba con palos de trapear en Corralito. Por eso es más grande todavía. Así comenzó una de las carreras más importantes en la historia de las Grandes Ligas.