VICTOR MESA VS LUIS GIRALDO CASANOVA

Por Juan A. Martínez de Osaba y Goenaga

    La "Explosión naranja", como lo bautizó Salamanca, es pelotero de huella indeleble. Ese andar vivaz en el terreno, entre tantas otras virtudes, lo inmortaliza. Tirarse de cabeza a buscar una bola es pan comido, pero hacerlo con la fuerza de Víctor, a costa de cualquier cosa, no se ve todos los días. Por eso se ganó a la fanaticada, amén de excentricidades que constituyen parte de su personalidad y también atraen multitudes.

   Jugador de la gorra a los spikes, estuvo muchos años en las selecciones nacionales ocupando el jardín central, sin rivales de consideración. Reinó y lo hizo muy bien. Bueno a la ofensiva y excelente a la defensa, singular e intrépido hasta los tuétanos. Así se proyecta hoy como manager.

   Extraña paradoja. No lo quería en contra y disfruté mucho viéndolo jugar. El hechizo se rompía cuando le veía indignarse con cosas de poca monta o poner en apuro a los árbitros en juga das complicadas como solo se dan en el béisbol. Fue y es genio y figura hasta la sepultura.

Cuando escribí El Señor Pelotero, dediqué capítulo aparte a lo que es un pelotero completo. Muchos todavía me preguntan porqué ubiqué a Casanova en la cima. Como todos vemos lo que más queremos ver, a veces nos cuesta trabajo observar cosas delicadas, que andan por las ramas y hay que utilizar precisión de relojero y vista de águila para decidirnos.

   Ofrecí condiciones indispensables para la perfección. Aseguré y reafirmo, que como Casanova nadie se ha acercado más. Di detalles y puse ejemplos de entre tantos y tantos estelarísimos que hemos tenido en Series Nacionales. Al final me quedé con dos retirados: Casanova y Víctor Mesa.

   No fue fácil. Tuve que desandar terrenos sólidos como Félix Isasi, Lourdes Gurriel, Armando Capiró y tantos otros. Los elegidos están en boca de todos. Acudí a las imprescindibles estadísticas. Aplastaba el pinareño al del centro de la Isla. Me fui a resquicios y ofrecí el siguiente dictamen, criticado por pocos y halagado por muchos, según conozco. Veamos:

-- Mejor técnica de bateo, tacto, fuerza al bate, jonronero,  frecuencia de dobles, triples y average: Casanova.

-- Más oportuno e impulsor de carreras: Casanova.

-- Mejor distribución de bateo por todos los ángulos y detrás del corredor: Casanova.

-- Fildeando flys eran iguales. Víctor tuvo mejor sprintada. Hacia atrás ambos fueron geniales y a su izquierda. A la derecha fue mejor Casanova, con insuperable sentido de la ubicación.

-- Casanova se deshacía más rápido de la bola para tirar a las bases. Lo hacía con más precisión y brazo superior. También fue mejor cogiendo rollings.

-- Víctor fue muy inteligente; Casanova genial.

-- Ambos con prodigiosa intuición. Víctor fue más pícaro, más rápido, corría con más fuerza; más veloz de home a primera. Entre bases Casanova fue más preciso.

-- Robando bases, en explosividad y espectacularidad, Víctor fue superior. Ambos muy corajudos, consistentes y carismáticos.

-- En el terreno, a pesar de ciertos desvaríos, Casanova fue más disciplinado. Víctor fue más expulsado por los árbitros.

-- Los dos jugaron con alto espíritu colectivista y enfrentaron ejemplarmente las adversidades. Víctor fue más perseverante.

-- Casanova es el jugador más versátil que ha estado en Series Nacionales. Solo le faltó pitchear.

   El villaclareño fue especialista en echarse al público en los bolsillos con espectacularidades necesarias o provocadas de genio y fogaje. A todos nos gusta ver un jugador entregarse tanto en el terreno. Digna de admirar la entrega sin límites que adornó su recia personalidad beisbolera.

   Entonces dije que Víctor era el Sammy Davies Jr. de la pelota cubana y Casanova el Frank Sinatra, más mesurado, pero mejor. Con estos datos se pueden sacar conclusiones propias, es lo que siempre pretendí y deseo. 

Sigo plantado en mis quince: Casanova es el más completo. Claro, denme siempre en mi equipo a Víctor o a nueve como él; veremos quién nos gana.