Nemesio Guillot, padre de este deporte en Cuba
Por Sigfredo Barros
Era un puñado de hombres, veinte a lo sumo. Iban vestidos de uniforme, los unos con la palabra HABANA en el pecho, los otros con MATANZAS. El terreno estaba lleno de curiosos, ávidos por ver un juego poco conocido, en el cual se lanzaba una pelota hacia un lugar llamado home donde los practicantes blandían un pedazo de madera conocido como bate. Según afirman, hacía fresco esa tarde del domingo 27 de diciembre de 1874. 135 años atrás.

Ese resultado del partido fue publicado el 28 de diciembre, en el periódico matancero La Aurora del Yumurí, con un box score en el cual se recogen los nombres y apellidos de los integrantes del Habana y los apellidos de los matanceros. Entre los jugadores destacan tres: Ernesto Guillot (escrito "Guilló"), Emilio Sabourín y Esteban Bellán.
NEMESIO GUILLOT, EL INTRODUCTOR
Ernesto era el hermano mayor de Nemesio Guillot, a quien se le atribuye haber sido el introductor del béisbol en Cuba. En 1858, a la edad de diez años, Nemesio, Ernesto y un amigo, Enrique Porto, quien con el correr del tiempo llegaría a ser secretario (ministro) de Sanidad, salieron de Cuba rumbo a Estados Unidos, específicamente a Mobile, estado de Alabama, donde ingresaron en el Alabama Springhill College.Siete años después el trío regresó y uno de ellos, Nemesio, traía en su maleta un bate y una pelota. Al otro día de arribar, ya los tres muchachos estaban jugando en la barriada del Vedado o, más bien, fongueando: tres pelotas cogidas de aire o al primer bounce le daban al fildeador el derecho a utilizar el bate.

Todo esto lo dio a conocer el propio Nemesio en una entrevista concedida a Guillermo Pi, redactor del Diario de la Marina, el 6 de enero de 1924, cuando ya Nemesio contaba con 76 años de edad, pese a lo cual, haciendo gala de una buena memoria, explicó como poco a poco el juego se fue popularizando entre la juventud de la época, de tal manera que, en 1868, se funda el Habana Baseball Club con una decena de miembros. Guillot recordaba varios nombres: Esteban Bellán, Emilio Sabourin, Leopoldo de Sola, los hermanos Francisco y Rafael Saavedra, entre otros.
Resulta poco creíble desde todo punto de vista que no se hayan efectuado partidos entre ellos desde la fundación del club hasta el año 1874. Antes de esa fecha hubo, sin duda, juegos de béisbol. Pero la historia no los recoge. No existen evidencias escritas. Por esa razón la fecha del 27 de diciembre de 1874 permanece como el punto de partida del que, en muy poco tiempo, se convirtió en el deporte nacional.
BELLÁN Y SABOURIN
En ese memorable encuentro efectuado en el matancero Palmar de Junco sobresalieron dos hombres cuyas vidas estuvieron íntimamente ligadas al béisbol: Esteban Bellán y Emilio Sabourín.Bellán tiene un lugar en la historia de este deporte, pues fue el primer latinoamericano que jugó en un equipo de Grandes Ligas. Enviado por su familia a estudiar a Estados Unidos en septiembre de 1863, el joven cubano ingresa en el St. John¢ s College, ubicado en la barriada neoyorquina del Bronx, donde entra en contacto con este deporte, de tal forma que el diario The New York Times reporta a Bellán jugando el 19 de junio de 1868 con el elenco de su colegio, el Rose Hill.

Emilio Sabourín y del Villar fue uno de los muchos jóvenes cubanos que entregó su vida a la causa de la independencia. Nacido en la barriada del Vedado el 5 de septiembre de 1853, Sabourín fue el máximo anotador de carreras en aquel juego del 27 de diciembre, con ocho, jugando el jardín izquierdo. Fundador del club Habana, fue mentor de ese equipo con el cual ganó tres campeonatos.
Sus actividades a favor de la independencia de Cuba motivaron que fuera apresado por las autoridades españolas el 15 de diciembre de 1895 y enviado, después de una estancia en el castillo de La Cabaña, al penal del Hacho, en Ceuta, situada en la orilla africana del Estrecho de Gibraltar. Allí, debido a las pésimas condiciones sanitarias, contrajo tuberculosis y falleció el 5 de julio de 1897. Su compañero de presidio, Juan Gualberto Gómez, escribió sobre él: "amaba entrañablemente por igual a su patria, su familia y el base ball".
EPÍLOGO
La tarde va quedando poco a poco en penumbras. Son las 5 y 35 p.m. y el árbitro Juan Tregeni declara finalizado el encuentro por oscuridad. Jugadores de ambos bandos se saludan, satisfechos del esfuerzo realizado y del espectáculo ofrecido a los presentes en el terreno. Se despiden¼ sin saber que habían terminado de escribir la página más importante de la historia del deporte en Cuba.Bibliografía:
Bjarkman, Peter C.: "A history of cuban baseball", 1864-2006.
Alfonso, Félix Julio: "Arqueología del béisbol cuban
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