SOBRE LA SALUD DEL BEISBOL CUBANO

Por José Soto de León (Tomado de S. M. )

Ha transcurrido una semana del epílogo de la 38. Copa Mundial de Béisbol, que por espacio de tres semanas se desarrolló en varias ciudades europeas, y en Cuba, los comentarios y polémicas no han perdido fuerza, por una sencilla razón: La imposibilidad de Cuba de poder reconquistar el título, perdido hace dos años en Taipei de China, precisamente frente a una novena norteamericana. Disímiles son los tópicos que se pueden abordar, desde el punto de vista conceptual, estrategia de juego, pensamiento técnico-táctico, entre otros, los cuales pueden dar pie a más de un comentario con sólido fundamento. Tomar como punto de mira este fracaso y sentarse medianamente en un banco para expresar que el béisbol cubano está en crisis, nos parece -respetando el criterio de cada quien- que se ha caído un tanto en la exageración. Compartimos el criterio de aquellos que plantean con toda lógica, que el deporte de las bolas y los strikes, en la mayor de Las Antillas del Caribe, lo que no goza de la misma salud que hace un quinquenio atrás, por sólo citar un ejemplo. Sin llamarnos a engaño, son muchas las causas, objetivas y subjetivas, la mayoría de ellas, bien localizadas, las que han incidido en estos fracasos, como son: la carencia de recursos para adquirir el número necesario de implementos deportivos, capaz de satisfacer las necesidades, desde la base, hasta los centros de alto rendimiento, de un deporte caro como este. Las deserciones de atletas; la no estabilización de un cuerpo de dirección al que se le deposite la confianza para que trabaje durante un ciclo olímpico, con un grupo de preseleccionados y el reconocimiento tácito, de que desde la llegada de los profesionales a estos certámenes, el panorama beisbolero se ha tornado distinto y diferente para el elenco criollo. Recordamos como estos mismos eventos, en la mayoría de los casos, en las décadas del 80 y 90 eran un paseo, en el mejor sentido de la palabra para Cuba. Hoy día no es así, debido a la elevación del nivel cualitativo, a la entrega y el deseo de jugar a la pelota que exhiben los rivales. Cabe aclarar, que cuando hablamos de la precaria salud del béisbol, no nos referimos sólo al equipo de mayores, sino en sentido general. Miren si es así, que durante el presente año, no se ha podido salir por la puerta ancha en ninguna de las categorías –dígase-, infantil, escolar, y cadetes. Llama también la atención, que en los tres últimos campeonatos grandes, nuestro equipo ha perdido dos veces con el mismo rival, el que a la postre resultó campeón. En la Olimpiada de Beijing 2008 fue ante Corea del Sur, en el 2. Clásico Mundial versus Japón, y ahora en Italia, frente a Estados Unidos, lo que evidencia que el combinado caribeño fue bien estudiado por sus rivales, al igual que los nuestros lo hacen con ellos, con la diferencia de que los oponentes lo hacen con mayor profundidad. En relación con la 38. Copa Mundial de Béisbol es bueno reiterar que estuvimos en presencia de una competencia atípica, la cual sentará pauta, sobre todo, por el sistema de competencia aplicado, el que consideramos justo de inicio a fin. Este hecho no estuvo en correspondencia con el nivel de la lid, la cual fue muy desigual. Si bien se presentaron equipos con mucho oficio sobre el terreno de juego y con deseos de jugar, hubo otros con rica tradición beisbolera que dejaron mucho que desear como Japón, Corea del Sur e Italia, que pese a ser la sede principal fue la gran decepción. En cuanto al conjunto nacional, quiero añadir que su gran mérito radica en haber llegado a la discusión del título, por lo cual merece el más digno reconocimiento. Que a la hora de hacer un análisis profundo y objetivo, no sólo podemos circunscribirnos al último y decisivo choque, sino al rendimiento y desempeño en el evento, donde en más de una ocasión el equipo venció, pero no convenció. Recuerden los pleitos con Puerto Rico, con el que hubo división de honores, España, Australia, Holanda… Añadir quiero, finalmente, que se perdió frente a un gran equipo, el que más había impresionado, a partir de la etapa de cuartos de final y que acudió a esta justa con un solo objetivo: revalidar el título y lo logró. En el orden particular resaltar los nombres de Alfredo Despaigne, el hombre grande de la ofensiva cubana, al implantar récord de jonrones con 11 y exhibir un astronómico promedio por encima de 400 con el madero en la mano. El santiaguero-granmense estuvo escoltado por Héctor Olivera, que si es verdad que no estuvo bien en el último choque, su juego se hizo sentir, al igual que el de Michel Enríquez y la oportunidad de Ariel Pestano, en un equipo que su talón de Aquiles en esta oportunidad fue el bateo. Las palmas para hombres como Norge Luis Vera, Lazo y los jóvenes Freddy Asiel, Miguel Alfredo y Yulieski González, quienes demostraron que se puede contar con ellos para empeños similares o mayores. Por último reconocer que no se pudo, que una vez más, tuvimos que conformarnos con el trofeo plateado y que en la agenda del día hay más de una palabra de orden, que no caen en asuntos generales. Analizar bien los errores cometidos, y a partir de ahí sacar experiencias y nuevas enseñanzas; aunar voluntades, de abajo hacia arriba y viceversa; trabajar sin descanso, con amor y tesón para que nuestro béisbol vuelva a recuperar la salud de años anteriores, ya que su enfermedad no es grave, y sí muy susceptible de cura.